La historia de mis dados #2. Caos.
Me ha costado escribir esta segunda entrada, la ruleta de los dados marcaron el destino hace tiempo, pero no encontraba la fuerza o el valor para revelar la historia que escondían, pues sin duda significaba desnudarme ante la verdad de mis acciones.
Fue hace tiempo, aunque todavía lo recuerdo bien, como podría olvidarlo. Joven, lleno de osadía, y con la certeza de que había llegado mi momento. Cualquiera que me viera desde fuera nunca podría llegar a imaginar la torpeza de mi acción, menos sus consecuencias, pues solo vería a un niño escondido dentro de la cama como si de una tienda de campaña se tratara.
Es verdad, era joven, pero me sentía fuerte y confiado al amparo de la oscuridad que acompaña al sueño, embriagado con la emoción de saber que estaba a punto de hacer algo prohibido. Armado solo con una linterna y una pequeña lupa me sentía protegidos por los muros que forman las sábanas.
Entre mis manos un viejo sobre amarillento me atraía como un imán, en su interior un simple libro, la obra de Abdul Alhazred, un pequeño manuscrito con una encuadernación oscura de terciopelo, que tenía un simple dibujo formado por ocho flechas, un símbolo que conocía muy bien, un símbolo que muchos creían era “La rueda del Dharma” pero aquí, en esta encuadernación solo podía significar CAOS.
Ojo de Águila dice que no se puede viajar en el tiempo pero yo no estoy de acuerdo. Si colocas las flechas en el altar de roca durante la noche de la luna blanca ellas te indican el camino. Yo lo hice y ante mí se abrió una cueva y dentro de ella un sendero. Algo se abrió en mi mente que empezó a vagar como en un sueño y accedí a un conocimiento nuevo, como si entendiera el verdadero significado de todas las palabras de aquella extraña gente que tenía ante mí.
“Marta- dijo John con el libro en la mano derecha y la lupa en la izquierda- trae la linterna de la tienda de campaña”.
Marta dejó en el suelo el sobre con las etiquetas de datación y se aprestó a seguir las indicaciones de su jefe.
“Sin duda este caos son los restos del ancestral pueblo Chonteca.- musitó John embelesado- Tengo una especie de imán para descubrir este tipo de enterramientos. Nunca nadie supo a que se debió la destrucción de estos seres felices”.
Que bueno Irene, me ha gustado mucho, sobre todo como has comenzado la historia porque consigues captar la atención con las cuatro primeras palabras.